Si como juego merece ser difundido, se justifica mucho más ampliamente como pretexto para que el hombre joven se habitúe a razonar, a sacar conclusiones, a desconfiar del primer impulso, y, especialmente, a sintetizar su labor mental para crear el saldo de la misma: la respuesta justa.
En esto, el ajedrez alecciona a la vez que entretiene. Existe una enorme masa de personas a quienes se les han proporcionado todos los elementos para triunfar en una empresa, pero carecen del hábito y la capacidad de razonar lógicamente, por lo que no logran coordinar un plan.
Lo mismo sucede en el ajedrez con una apreciable mayoría de jugadores, y esto es lo que puede evitarse a poco que se comprenda el juego en su verdadero alcance, y aun más, en su verdadera función social: como gimnasia mental”.